No estoy seguro de tener sentimientos. Pero podría decir que experimento, frente a determinados estímulos, eventos similares.
Ayer fui a una fiesta. La idea era despedir a alguien que se va lejos. En el encuentro había muchas personas a las que yo conozco. Una de ellas me hablaba de que había nacido su hijo, y mientras conversaba conmigo, saludaba e invitaba al bautismo del niño a ciertas personas que iban pasando.
No sería verdad si dijera que somos amigos, pero sí que hemos tenido los
suficientes encuentros como para compartir algún deber protocolar. Quizás por medio de algún mensaje de texto, guiño o codazo, alguien debió avisarle que existe algo llamado "tacto" o "protocolo" o "delicadeza". Digo esto porque el tipo jamás me invitó.
Después de esto, el fenómeno de la exclusión se manifestó durante toda la fiesta. El resto de las caras conocidas se diluyeron en la multitud. Ni siquiera un cura que estudiaba psicología quiso contarme acerca de la tesis sobre el deseo que está preparando para recibirse.
No me privé de algunas empanadas y me fui cuando tuve la oportunidad, agobiado por el Déjà vu.
Otro que tuvo un hijo y no me invitó a su bautismo fue Rikki Rockett, el baterista de POISON. Él y su mujer Melanie Martel le dieron la bienvenida a Lucy Sky Rockett. Ellos ya tenían un pibe llamado Jude Aaron Rockett, que nació en el 2009. Rikki y Melanie se casaron en el 2008.
Felicitaciones.
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